La Hiedra




La hiedra es conocida por todos, por unos querida y por otros odiada.

Los primeros aprecian su porte y sus múltiples aportaciones en la naturaleza, los segundos porque le acusan de arboricida. ¿Es verdad que la hiedra mata árboles?

Primero vamos con sus aportaciones.

Su espesura es ideal para la construcción de sus nidos en diversas especies de aves e, incluso mamíferos como la ardilla o los lirones, y para descansar al amparo de su espesura.

Por otra parte su floración es fundamental para muchos insectos libadores, ya que florece cuando el resto de plantas para su floración, alargando la temporada de alimentación, especialmente para los dípteros (moscas), abejas y avispas, aunque también de otros grupos, y una abeja: Colletes hederae, que ha adaptado su ciclo de vida a la floración de la hiedra. En total unas 200 especies.

Sus frutos son un aporte fundamental para muchas aves insectívoras a final de invierno, cuando más necesitados están.


Los frutos del aligustre como los de la hiedra están disponibles para muchas especies de aves durante el invierno, una época de escasez. Curruca capirotada alimentandose en un aligustre

Y respecto a si matan o no a los árboles esto nos cuenta la revista El Cárabo en su número 95 dedicado a la hiedra:

Hacia el año 1890, un joven propietario inglés se preguntó si la hiedra era tan dañina para los árboles como se pretendía. Lo que le intrigaba era que ningún maderero se había quejado nunca de la mala calidad de la madera cuando los troncos contenían hiedra. Realizo entonces un experimento: dejó crecer la hiedra sobre la mitad de sus robles y en la otra mitad no. Medio siglo después, cuando llego el momento de la tala, se midieron todos los robles y se pudo constatar entonces que no existía ninguna diferencia entre los robles vestidos con hiedra y los robles desnudos, ni en el grosor del tronco, ni en el cubicaje de la madera. Pero algunos estudios científicos llevados a cabo posteriormente dieron resultados aún más sorprendentes.

Probaron que, en algunos bosques, los árboles portadores de hiedra eran como media, ligeramente más grandes, más gruesos y tenían mejor salud que los que estaban desprovistos de ella. Y aún lo más fuerte es que al estudiar los anillos de crecimiento de los troncos, se demostró que algunos árboles aumentaron su producción de madera cuando la hiedra comenzó a escalar su tronco…

Las hojas muertas de la hiedra son un fertilizante para los árboles por los que trepa.

Estos árboles siempre tienen ramas por encima de la hiedra, por lo que esta no les priva del sol, que esto sí los mataría.

Al estar, generalmente, su vida ligada a la del árbol pocas hiedras se hacen muy longevas, ya que gran parte de los bosques son madereros en la actualidad y hasta hace una décadas todos eran para madera, carbón o leña, pero hay una hiedra cerca de Montpellier con un tronco de 2 metros de circunferencia y 433 años.

Pero no solo vemos a las hiedras encaramarse a los troncos de los árboles, también por las paredes de edificios, algunos históricos. En Inglaterra se realizó un estudio el daño que podían causar en estos edificios, el problema era que enraizaran en el muro, entonces se debían cortar, pero si estaban enraizadas en el suelo la hiedra protegía al edificio de las inclemencias del tiempo. También les protege de la contaminación causada por los vehículos haciendo de filtro.

Evidentemente no se le puede dejar llegar a los tejados de tejas o pizarras, porque las desplazará.

Si decides cortar una hiedra, enraizada en el suelo, que trepa por un muro, que como ya se ha visto no causa problemas, entonces sí que nos podemos ver en problemas. La hiedra se alimenta de sus raíces enraizadas en el suelo pero al cortar el tronco resulta que los crampones que le sujetan a la pared se convierten en raíces adentrándose por todo los huecos del muro.

Una curiosidad de la hiedra es que sus hojas pueden tener multitud de formas y tamaños.

Hay zonas boscosas donde el suelo es una alfombra de hiedra, no es este sustrato el que le gusta, simplemente ha nacido allí, pero crecerá hasta alcanzar un árbol, muro o roca por donde trepar en busca del sol.


Datos entresacados de la revista El Cárabo, numero 95 "La hiedra"


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